Desgraciadamente eso es solo la punta del Iceberg. Cada año miles de norteamericanos vienen a México buscando curas milagrosas, tratamientos alternativos y sanación para tratar el cáncer y otras enfermedades graves. Esperando encontrar un milagro que nunca llega, pagan miles de dólares a la semana, a veces abandonando tratamientos probados, que sin ser milagrosos, podrían haberlos ayudado.
Ese es parte de mundo de la llamada “medicina alternativa”, que es el nombre que le da el marketing a una serie de tratamientos no probados o de dudosa eficacia, que no han sido verificados por ese proceso que llamamos ciencia. Muchos de esos tratamientos invocan algún tipo de conocimiento oculto, o milenario, por eso solo la podemos llamar pseudociencia.
Presentando una cara amable, buena onda, mística o new age, existe un gran negocio. Tan solo en Estados Unidos se estima que es un negocio de 34 mil millones de dólares y como buen negocio existe toda una estrategia para promoverla, a través de miles de sitios web, y de teorías de la conspiración que intentan explicar su funcionamiento diciendo que son “naturales” y que hay una conspiración de “big pharma” en su contra.
Nada de eso sería problema si hubiera evidencia de que estas terapias funcionan, pero no es así. En el caso de terapias como la acupuntura y la homeopatía existen miles de estudios que solo nos permite decir que no funcionan mejor que un placebo. En el caso de tantas otras terapias ni siquiera existen estudios .
El resultado es que mucha gente abandona terapias válidas en busca de curaciones mágicas. Si bien la medicina basada en la ciencia no es infalible, al menos está sujeta a prueba y verificación constante.
Es por ello que este sitio ( y otros tantos) busca informar, denunciar y divulgar los peligros de las pseudociencias.
Atte.
Grupo: No a la pseudociencia en la UNAM.